Hemingway y Pamplona: Un juicio, un pasodoble, un joven Ernest satisfecho y San Fermín con su eterna y conmovedora presencia.

El titulo lo dice todo. Hasta transmite un espíritu pamplonés que invita a un brindis con vino de Navarra, cuestión esta de tan buen gusto e historia que daría muchas páginas para hablar acompañadas de algunos pinchos.

Pero ahora el tema es más serio y aunque da cabida al humor, se hizo un “juicio” y hubo jueza, defensora y fiscal metidos en el jaleo de emitir fallo sobre si el señor Ernest Hemingway debe ser acusado de haber desvirtuado o no la tradicional fiesta española. Por lo tanto, debe haber un veredicto que explicite si es culpable o inocente. Cabe decir que entre defensores y acusadores existió un alto nivel de conocimiento del tema y hubo testigos de calibre catedrático que no hicieron fácil la cosa. El episodio jurídico se celebró en la tradicional peña Anaitasuna que cedió sus instalaciones para el desarrollo “judicial”. Sería extenso relatar las posiciones de unos y otros protagonistas, pero concluida la jornada jurídica incluso con la innovación según anotaron observadores, de participantes acalorados con ‘cerveza en mano’, hecho este que “sienta precedente” y tiene su importancia en el debate.

Para mejor proveer se brindan las conclusiones votadas a favor y en contra:

-1- Los visitantes que vienen a conocer los Sanfermines llegan atraídos por haber leído la novela “Fiesta”. Votos a favor 5. En contra 4.

-2- Es culpable Hemingway de provocar la avalancha de guiris (“turistas extranjeros”) y la masificación de los Sanfermines? Votos a favor 3. En contra 6.

-3- Contribuyó Hemingway gravemente a desnaturalizar los Sanfermines? Votos a favor2. En contra 7.

-4- Es ridícula y ofensiva para Pamplona la imagen que ofreció Hemingway de la ciudad en su novela “Fiesta”. Votos a favor 7. En contra 2.

-5- Contribuyó Hemingway positivamente a propagar las fiestas de Pamplona por todo el mundo y al desarrollo turístico de la ciudad? Votos a favor7. En contra 2.

Por lo expresado “ut supra” el “acusado” fue declarado inocente.

Lo importante con este “juicio” es que reúne y recoge la opinión de la gente. No conozco otro antecedente de esta magnitud. Creo que por primera vez en la historia de la literatura de una manera u otra se elabora un pensamiento en torno a los “valores y funciones” de un texto escrito hace 100 años y a 62 años de la muerte (se cumplieron hace 4 días) de quien lo escribió y a 15 días de un nuevo aniversario de su nacimiento el 21 de julio de 1899 (124 años). Hay visos de humor, pero también de severidad de quienes participan. Lo veo muy importante.

Con respeto por el jurado por los participante y espectadores y solo en relación al punto 4 me formulo como lector y seguidor del escritor las siguientes preguntas: ¿Cómo era Pamplona hace 100 años? ¿Cómo era su estructura de ciudad? Y su gente, su pueblo ¿Qué hacía, con que soñaba, que deseaba de su propio sitio vital? Hemingway tenía 27 años. Habría que leer Fiesta 100 años atrás.  ¿Es ridícula la figura de Pamplona y su gente? ¿En que coincide o no coincide entre aquello que fue y que es ahora? ¡Tan lejos! ¡100 años! Es un tema para historiadores y sociólogos que a menudo se repite en las historias de todos los países.

En lo que al escritor respecta me permito dudar que se permitiese ridiculizar a una parte de un país que consideró su segunda patria. Creo que puede haberse apresurado en descripciones que debieron ser más precisas, más acotadas y no solo en las situaciones de Brett, Jake y los otros personajes con una trama que hasta puede ser tildada de “liviana” sino fuese que esconde dramas humanos que merecen atención y que ya hay “cosas que no están escritas, pero que están dichas”. Confuso quizás, pero el “iceberg” ya estaba presente.

Dejo este acontecimiento singular, único y también inolvidable para pasar a otro.

El Ayuntamiento había programado una serie de actividades culturales del 16 al 19 de junio con plazas libres. Entre ellas se hallaba previsto para el mencionado 16 el concierto de la orquesta La Pamplonesa dirigido por el maestro J. Vincent Egea con un variado programa musical. Pero he aquí la gran sorpresa: Entre las partituras se hallaba el estreno del pasodoble “Don Ernesto” de Orlando Soccavo para “conmemorar la primera participación de Ernest Hemingway en la fiesta de San Fermín (1923-2023)” (sic). Todo un lujo cultural y artístico de esta Pamplona que sorprende y seduce desde distintos ángulos de la mirada ciudadana e internacional.

Orlando Soccavo, el mencionado autor de esta obra vive en Alemania y entre sus antecedentes ya figura una obra musical con tonalidades taurinas como es el pasodoble Club Taurino Italiano. Para “Don Ernesto” ha combinado elementos que provienen del pasodoble tradicional (todo un emblema de la música de los ruedos) con elementos de la música del jazz de los años 20. Esta simbiosis de sonidos y armonía es todo un “atrevimiento” del artista al lograr una pieza única. Es lo que corresponde. Empleo el término atrevimiento porque ensalza las virtudes del compositor:  Es el desafío del autor frente al pentagrama entrelazando don fuentes musicales totalmente (o aparentemente) disímiles. Por otro lado, “Don Ernesto” ya no es propiedad solo de Pamplona. Lo es de la música universal.

¡Que no diría Hemingway con todos estos hechos, con todos estos homenajes, tras un siglo de su llegada por primera vez a estas tierras de toros bravos y hombres de coraje!

Así este año, el chupinazo, el cohete que se lanza cada 6 de julio a las doce del mediodía desde el balcón de la casa consistorial de Pamplona dando el inicio de las fiestas también lo hará celebrando el centenario de la llegada de un joven escritor que sintió un gran amor por España, por su pueblo y su cultura y que se llama Ernest Hemingway.

De paso, una coincidencia: Debo decir que, en esa misma fecha, cada 6 de julio se celebra en mi ciudad natal, Córdoba, República Argentina, un nuevo aniversario de su fundación efectuada por el sevillano Jerónimo Luis de Cabrera en 1573 con el nombre de Córdoba de la Nueva Andalucía, así llamada en homenaje a los antepasados de su esposa Laura Martel de los Ríos provenientes de la ciudad española de mismo nombre en la región de Andalucía.

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