Un inexplicable agravio de académicos a Ernest Hemingway

Era lo último que esperaba para el fin del Mes Heminguayano. En realidad aguardaba otras notas que lo enriquecieran. Pero me equivoqué. Un centro de estudios superiores como es una universidad, en este caso de Estado Unidos de Norteamérica, es decir la patria del agraviado, se encargó bajo su tutela y con el nombre de “investigación” (se supone que científica) de agraviar a Hemingway y luego esto se difundió internacionalmente. No hubo reparos en aspectos que son discriminatorios, ofensivos e injustificables. Por todo ello me pareció que debía exponer una opinión a manera de desagravio y luego darla a  conocer.

La información que llegó proviene de distintas fuentes aunque todas con textos parecidos.  Varias Alertas de Google, reproducían una clasificación nacida en una universidad. El mundo, este mundo globalizado, se enteró de las conclusiones de la Universidad de Missouri. Apareció la misma expresión con respecto al escritor, que yo escuché hace 50 años, solo que ahora respaldada por la ciencia.

El texto común a que hago referencia es el siguiente y todos dicen más o menos lo mismo:

Hemingway, el Profesor Chiflado, Mary Poppins y Myster Hide: cuántos tipos de borrachos hay, según la ciencia

Un equipo de psicólogos ha clasificado los tipos de bebedores en función de la manera en asimilar el alcohol y en cómo cambia el comportamiento, y para ello los han dividido en cuatro grupos: el de Ernest Hemingway, el Profesor Chiflado, Mary Poppins y Myster Hide.

El grupo de investigadores de la Universidad de Missouri en Columbia (EEUU) utilizó un estudio publicado en Addiction Rearch & Theory en el que participaron 374 estudiantes estadounidenses y gracias al cual determinaron la existencia de cuatro grupos de borrachos. Con este informe, los investigadores pretenden que esta categorización sirva para personalizar los problemas de alcoholismo en la sociedad.

El primer grupo y el más numeroso de los cuatro (un 40% de los encuestados) es el de los Ernest Hemingway. En honor al famoso escritor, quien alardeaba que podría «beber cualquier mierda de whisky sin emborracharse», hace referencia a aquellas personas que no experimentan ningún cambio de personalidad cuando se emborrachan.

El segundo grupo es de Mary Poppins. Este tipo de personas ebrias adoptan una personalidad similar al de la famosa niñera de Disney en el filme de 1964: se trata de personas extrovertidas a las que el alcohol las vuelve más dulces y divertidas.

Los profesor chiflado adoptan esta tercera clasificación en honor al científico que sufre una segunda personalidad adulterada, interpretado por Eddie Murphy. El estudio concreta que este tipo de embriagados tiene que ver con personas introvertidas que en el momento de beber se libran de sus inhibiciones y muestran su lado más amigable y sociable.

En cuarto y último lugar están los Míster Hyde, quienes bajo los efectos del alcohol se muestran menos responsables y menos intelectuales además de adoptar una actitud más hostil de lo normal.

Quiero expresar lo siguiente:

  1. Entiendo el objetivo del estudio perfectamente. Lo que no entiendo es como sacaron conclusiones a partir de un grupo estadístico tan reducido y además de estudiantes y como lo contrastaron. Porque 374 casos no creo que constituyan, en un tipo de estudio como este, un universo lo suficientemente importante desde el punto de vista estadístico.
  2.  No conozco el nivel de impacto de la publicación Addiction Research &Theory pero me sorprende que los evaluadores del “paper”(texto que se presenta a la revista para ser publicado) hayan aceptado lo limitado de la muestra y la barbaridad de emplear personas y personajes socialmente identificados con nombre propio. En el caso de Hemingway el grupo es el más numeroso con 40% es decir son cerca de 150 sujetos.
  3. En el caso de Hemingway es más grave: Es una persona que vivió y que además de su obra literaria, hay hijos y  nietos, es decir familiares directos a los que se ofenden inescrupulosamente
  4. Algo más: Hay un agravio directo y sin sentido hacia el escritor al emplear su nombre para identificar una “clase de borrachos”, para “tipificar” en nombre de la ciencia a un grupo de dipsómanos. No hay justificativo alguno. Se ha discriminado brutalmente a una persona pública que no solo no puede defenderse sino que  además era un enfermo.
  5. Y quiero aclarar lo de “enfermo”. Borracho, dipsómano, alcohólico son distintas manera de llamar a una persona que sufre de una adicción, en este caso al alcohol. No es una virtud. Es una enfermedad. Que no siempre como otras enfermedades es posible tratar o atenuar con éxito. Esta no es una virtud de Hemingway. Es un terrible y doloroso defecto adquirido quizás en su juventud y que jamás pudo manejar. Es el lado más triste del escritor. Es el lado recordado por los impotentes y destacado por los mediocres desde que yo escuché hablar de él. Y por eso lo expreso en el texto que se puede leer en este blog “Recuerdos de Ernest Hemingway. Apuntes autobiográficos”.
  6. Observo también, si existe, el “rigor académico” que puede tener la Universidad y el “journal” (publicación periódica científica) que publicó la llamada “investigación” con el empleo de personajes del cine y la literatura. Creo que no hacía falta recurrir a esas analogías para clasificar, es decir hacer una taxonomía rigurosa, de los dipsómanos. Reconozco la libertad de expresión, pero también les recuerdo a todos, autores y funcionarios, que hay una ética de la investigación. Hay un límite moral y social que respetar. No se como lo verán su “pares” de la National Science Foundation (Fundación Nacional de Ciencias de los Estados Unidos. Máximo organismo de política científica de la nación). Desde mi limitada mirada marginal del sistema científico, del cual algo conozco, no entiendo o no acepto como justo y académico el proceso que ha transcurrido desde la presentación y aprobación de este proyecto de investigación por los pares “ad hoc”(es decir especialistas en el tema) hasta la aceptación por lo “evaluadores” de la publicación que cuestiono, en la que  imagino habrán actuado como tal. Se suma a ello la publicación y difusión y el silencio de los académicos y funcionarios de la universidad promotora.

Realmente es un final del Mes Hemingwayano triste y decepcionante. Las universidades no son dirigentes de la sociedad pero son referentes ineludibles de la misma. No es bueno lo que ha pasado, ni para las universidades, ni para las sociedades a las que pertenecen y a las que, de una u otra manera, se deben.

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