Ernest Hemingway ha sido y es un hito y parece que lo será también en el futuro en la historia de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Hemingway, un ciudadano del mundo, luego de conocer y asentarse en Key West, en sus periplos náuticos descubrió Cuba. No solo le interesó por su belleza natural sino también por la paz que trasuntaba para él. Se hallaba lejos de escritores, periodistas y personas que hacían ruido en su trabajo. La compra de Finca Vigía en los alrededores de La Habana, primero alquilada como suele suceder, le brindó uno de sus puntos de asentamiento al que no renunciaría de por vida.
El tiempo que vivió en la Finca fue casi un cuarto de siglo de su ajetreada existencia. Allí parecía tenerlo todo. Era ese lugar en el mundo tan buscado por todos. Este era su refugio en un mundo convulsionado por guerras y confrontaciones a las que asistió y de las que tomó duras experiencias traducidas en palabras memorables.
El escritor ya muy enfermo se fue de Cuba, quizás sin saber o presentir que era por última vez, pero con la convicción subyacente de regresar. Allí quedaron sus manuscritos tan importantes para el. Eran textos en los que venía trabajando, pero ya no con la disciplina espartana que no me canso de destacar y de repetir cada vez que puedo hacerlo.
El Hemingway que se va no se despide. Como tantas veces solo dice hasta luego. A la distancia uno puede o quiere creerlo así. Pero ya no regresará jamás. Dejaba atrás una veintena de años vividos allí solo interrumpidos por sus frecuentes viajes. Pero con su ausencia nacen hitos casi míticos que marcan a la isla para siempre: el canario cubano Gregorio Fuentes, el barco Pilar, Cojímar, el hotel Ambos Mundos, el Floridita, la Bodeguita del medio y la casa Finca Vigía, con trofeos de caza, con fotografías, cartas, notas, bitácoras, una biblioteca de 9000 volúmenes y tras ello un sinfín de visitantes famosos por uno u otro motivo. Curiosamente o no, textos, cuadros y alguna otra documentación estaban guardados bajo llave en el Banco Nacional. Eso se supo después La pregunta es si fue siempre así por precaución ante cada ausencia o fue por esta única vez.
A la fecha han trascurrido 55 años de su desaparición física y hace unos días, el 12 de octubre, en un foro binacional se trató un tema central: La situación presente y futura del patrimonio del escritor en Cuba, concretamente, Finca Vigía.
El encuentro se realizó en Boston en la Biblioteca Presidencial John F. Kennedy. El objetivo macro fue la colaboración bilateral entre Estados Unidos y Cuba en forma permanente, como una salvaguardia o garantía que todo el inmenso legado físico dejado allí por “El viejo” siga vigente y en perfecto estado no solo para ambos países, sino para toda la humanidad llámense turistas, investigadores, curiosos, periodistas, historiadores, en fin toda persona a quien le interese el escritor y su vida.
Por el gobierno anfitrión estuvo el representante James McGovern de gran trayectoria y acción en el tema, la directora del Museo Hemingway-Finca Vigía en Cuba, Ada Rosa Alonso y la ex curadora de la colección del escritor en la Biblioteca Kennedy, Susan Wrynn. No tengo información si Mary-Jo Adams, Directora de la Fundación Finca Vigía con sede en Boston participó del encuentro.
La reunión incluyó al presentador de televisión Bob Vila que estuvo trabajando en la restauración de la casa de Hemingway. Vila es hijo de inmigrantes cubanos.
No dispongo todavía de conclusiones formales o de algún informe brindado por el foro. Pero la cuestión Finca Vigía se inicia con la misma muerte del escritor y converge hoy en un punto de encuentro. No es poca cosa luego de tantos años.
En una situación de alta tensión política entre ambos países no fue fácil para ninguna de las partes armar una colaboración sistemática. Hubo, como fui testigo en Finca Vigía por ejemplo, lo que era un secreto a voces como suele decirse, de la presencia de un “restaurador” extranjero del “Pilar”. Yo lo vi trabajando en el barco. Como se diría vulgarmente estaba allí de “contrabando”. Es decir estaba físicamente pero no estaba “oficialmente”. La política permite o acepta estas situaciones más allá y más acá de las buenas voluntades y de los esfuerzos de unos y otros.
Ahora con el “deshielo” como le llaman algunos o cuasi deshielo como le pueden llamar otros, en junio por ejemplo y por gestión directa de la Fundación Finca Vigía con sede en Boston “desembarcaron” alrededor de 900.000 dólares, (si, léase bien), en materiales y equipos incluso con detalles mínimos como gafas de protección para los trabajadores. Todo está dedicado a construir una instalación de unos 200 metros cuadrados en terrenos de la Finca. Esto será un taller de mantenimiento guarda, protección y conservación de materiales provenientes de la misma casa museo.
Los donantes fueron empresas privadas como la Fundación Caterpillar y Caterpillar Inc., la Fundación AT&T, la Fundación Ford y la empresa American Express. Como detalle vale apuntar que específicamente la empresa Caterpillar, a través de su Fundación, había donado para Finca Vigía la suma de 500.000 dólares.
Por su lado Cuba afirma haber invertido un millón de dólares desde que asumió la propiedad de la casa. Lo cual significan varios miles de millones de pesos cubanos.
Fue transcendente e incluso de no creer, lo que se vivió al abrirse contenedores de unos 12 metros de largo provenientes de Estados Unidos. La misma directora de la casa museo en Cuba confesó que “fue emocionante ver sacar las cosas de los contenedores”. Hasta habló que Finca Vigía podía convertirse en un modelo para otros proyectos de preservación en la misma Cuba. Al margen de lo expresado por ella, sin ninguna duda la riqueza patrimonial de la isla es de gran importancia en todo el Caribe. La Habana Vieja comparte esa virtud con Cartagena de Indias, México y otros países que también poseen patrimonios físicos de valor para toda la humanidad. La alegría y las alabanzas de la Directora tienen fundamento y son reales.
Sin embargo para algunos todavía hay dificultades para el acceso directo a la información que se halla en Finca Vigía. Aunque las fuentes pueden atribuirlas a cuestiones que siguen siendo políticas también es cierto lo que observan los especialistas y es que a los documentos originales solo pueden tener acceso los conservadores ya que su manipulación en forma directa puede no ser beneficiosa. Hay que tener en cuenta que para muchos papeles hay mas de medio siglo de existencia en un sitio rodeado por una naturaleza generosa en humedad, calor e insectos y que no siempre la hoy bellísima casa museo estuvo protegida y cuidada.
Por último hay que recordar que este proceso tiene un hito trascendental cuando en septiembre de 2002 el representante demócrata por el estado de Massachusetts James McGovern viaja a Cuba acompañado por especialistas norteamericanos para estudiar un acuerdo con los especialistas cubanos, acerca de la conservación de toda la documentación que dejara Hemingway en la Finca. Desde allí en más hay que sumar el esfuerzo titánico de la Fundación Finca Vigía con sede también en Boston, para la protección y restauración de la casa del escritor en Cuba.
La actualidad es prometedora en todo sentido y la puesta en marcha del taller de mantenimiento es fundamental para mantener en correcto estado el legado material de este escritor singular y casi único por su propia vida.
No puedo dejar de agregar dos “perlas” periodísticas como defecto profesional de un ex periodista.
La primera es que la Fundación Finca Vigía, fincafoundation.org fue fundada por una señora llamada Jenny Phillips casada con el señor Frank Phillips. Esto no tendría nada de raro sino fuera que el apellido de soltera de la señora es Perkins y es nada más y nada menos que la nieta del editor de Hemingway en Scribner, llamado Maxwell “Max” Perkins. Este es otro personaje singular. Perkins, amigo entrañable del escritor y promotor de otros grandes escritores motivó, por su talento, que se filmara su vida y esta apareciera como la película titulada “Genius” recientemente estrenada con un guión basado en la vida de Perkins a partir del libro “Max Perkins: Editor of Genius” de A. Scott Berg que le valió el Premio Nacional del Libro 1978. Ahora “Genius” (en España “El editor de libros”) estuvo nominada para competir por el Oso de Oro en el 66° Festival Internacional de Cine en Berlín.
Pero la segunda “perla” es tan importante como esta o más porque testifica en forma irrefutable el afecto de Hemingway por Perkins. La obra “El viejo y el mar” está dedicada a dos grandes amigos y a la vez a dos importantes personas en la vida de Ernest Miller Hemingway. Esa dedicatoria reza así: “A Charlie Scribner y a Max Perkins”. No hace falta decir nada más.
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