Llega a la plaza un tipo alto, grandote, da para un peso mediano-pesado, barriga ampulosa, barba y pelo entrecano, ojos penetrantes. Sabe lo que está viendo. Su imagen multiplicada en lugares diversos y la gente mirando. No lo ve a él. Ve a su imagen de entonces. A veces un chiquillo, otra un jovenzuelo, otra un marido amante y así conforma un rompecabezas que a el lo divierte.
Ha regresado a Pamplona porque lo han convocado. Da una vuelta por la carpa en la plaza. Hay fotos, afiches, libros. Se va al Café Iruña. Necesita un cafecito como los de entonces. Pide uno y lo bebe con deleite mientras mira un bronce que mucho se parece a él o el se parece al bronce. Piensa que el apetito no va a poder con el hambre. Desea un buen tinto. Esos cobijados y cuidados por los que saben. Lo va a acompañar con unos platillos con cardo o cordero. En fin, ya elegirá.
El barbudo pega un vistazo a esta nota por arriba del hombro del que la escribe y revisa unas fotos que envío un tal Javier, escritor y periodista pamplonés. De paso observa con detenimiento la seriedad de la gente que escucha lo que dicen sobre él. No puede con su genio y les recuerda que hay que asentar las posaderas y escribir solo pensando en la eternidad del hoy y ¿Mañana? Mañana quizás sea otro buen día. ¡Disciplina muchachas y muchachos! Otra vez mira las fotos. No están mal, dice para si, Ya voy a compartir una copa de vino y un plato con ese muchacho. Ahora se despide y se encoje de hombros por mí, que soy un aprendiz de escribidor. Lo conozco. Me conoce. Desde hace mucho, mucho tiempo. Mientras tanto, agrego aquí las fotos. El resto de la historia, gráfica, escrita o lo que sea es de “El viejo”. ¡Ah, perdón, se me olvidaba!, se llama Ernest Miller Hemingway.
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Las fotos que acompañan esta nota, un total de 14, fueron generosamente cedidas por el escritor y periodista pamplonés Javier Muñoz, que es el autor del libro “Comer con Hemingway”.
Para no hablar de cada una de ellas solo cabe decir que en estas fotos se puede ver la carpa instalada por el Ayuntamiento en la Plaza del Castillo. De refilón se perfila el Café Iruña en donde se halla el Rincón Hemingway. Hay fotos de visitantes mirando la muestra y de integrantes de excursiones por esta Pamplona hemingwayana. Se lo ve a Javier Muñoz y al escritor Edorta Jiménez. También están presentes las corresponsales que intervinieron en un debate. Las fotos representan en buena medida lo expresado en la nota anterior en la que también se describió sucintamente el programa de la muestra.
En fin, agradezco este material gráfico de primera mano, que ha permitido armar la galería que ilustra esta breve nota y confieso que me encantaría, aunque sea de incógnito, como “El viejo”, estar allí. Eso si, a la hora de degustar vinos y comidas me hago presente en primera línea sin límite de horario y asesorado por los chefs que se expresan en “Comer con Hemingway”, quien de hallarse en el lugar fijaría de antemano la recorrida por los vinos y los platos que nos recomienden.
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