El presidente Barack Obama pasó por Cuba y solo mencionó una vez a Hemingway. No fue a cenar al Floridita en donde acodada a la barra se halla la estatua del escritor. No importa. Lo trascendente es que tras más de medio siglo de disputas, la visita se produjo y hubo un ambiente de entendimiento presente y futuro. Hemingway es una ocurrencia. Nada más. Lo valioso sigue siendo acceder a las libertades y a las mejoras en la calidad de vida a futuro para todos los cubanos.
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