Tal como se había anunciado en enero, esta semana se abrió en Boston la exposición “Hemingway: Entre dos guerras” que permanecerá abierta hasta el 31 de diciembre del año en curso. La muestra ya está considerada como “la más extensa exhibición museística” orientada a mostrar aspectos significativos de la vida y obra del escritor norteamericano Ernest Miller Hemingway Premio Nobel de Literatura 1954.
Como lo apuntáramos en Octubre del año pasado (véase en este mismo blog “Ernest Hemingway ya está en Nueva York: Una muestra excepcional lo tiene como protagonista”) la exposición del material fue entre octubre de 2015 y enero de 2016 en la Biblioteca y Museo Morgan en Nueva York y fue producto de un gran esfuerzo cooperativo de esa Institución sede con la poseedora del material histórico la Biblioteca Presidencial y Museo John F. Kennedy con sede en Boston. El espíritu de Hemingway conservado durante años en esta documentación única en el mundo ha regresado a su hogar que lo preservó y lo preserva como fuente de investigación y estudio para los especialistas.
En efecto la Biblioteca Kennedy contiene y conserva la mayor colección sistemática de objetos personales, manuscritos, borradores y fotografía del escritor. Esta colección está considerada como uno de los “grandes tesoros” de la Biblioteca según lo expresa enfáticamente la curadora de la muestra Stacey Bredhoff y se presentan pertenencias nunca expuestas al público en general.
Es sabido que allí se exhiben los finales de “Adiós a las armas” en sus casi cinco decenas de versiones. El espectador conocedor de la vida y obra del escritor se sorprende y ríe ante el primer cuento escrito por Ernest… ¡Publicado en 1917 en una revista de la escuela secundaria! Y también hay sorpresa ante un borrador de la aparición de su personaje Nick Adams escrito en Italia en papel de la Cruz Roja. Claro allí conoció a Agnes von Kurowsky de quien se enamoró, a quien perdió y quien le dejó el material para la obra que acabamos de citar: “Adiós a las armas”. Y así la colección continúa hasta con los boletos para entrar a las corridas de toros que sin ninguna duda constituyen por si solos una atracción.
Todo este valioso material llegó donado por la viuda del escritor, Mary Welsh que según se comentó en su momento, lo donó a la Biblioteca Presidencial a través de su trato con Jacqueline Bouvier en ese momento esposa del armador griego Aristóteles Onassis. Cuando se creó la Biblioteca Kennedy en 1979 esta documentación y otras tan valiosas como ella pasaron a formar parte del patrimonio y del repertorio de la institución recién constituida.
Sobre el particular cabe puntualizar que Hemingway y Kennedy no llegaron a encontrarse aún cuando había una mutua admiración e incluso muy manifiesta del entonces presidente norteamericano. Tan es así que Kennedy invitó a Hemingway a su asunción como trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos el 20 de enero de 1961. Pero para esa fecha, Hemingway ya estaba muy enfermo, demasiado enfermo para asistir a ese acto por lo que se disculpó por ello. Meses después, el 2 de julio, ponía fin a su vida.
Kennedy se reconoció un admirador y como lo han expresado algunos investigadores llegó a solicitar al escritor permiso para usar en un libro la frase relativa al “coraje como la gracia bajo presión”, frase que ha sido analizada desde distintos puntos de vista de su vida pues allí esta el nombre de la madre del escritor “Gracia” (Grace en inglés). En algunos textos se ha querido invertir la expresión como “… bajo la presión de gracia” algo significativo para la o las biografías de la infancia del escritor.
Por otro lado transcendió en su momento que Mary, a través de Kennedy, pudo hacer gestiones en Cuba (en momentos de altísima tensión política y también militar) y consiguió traer abundante material que se hallaba en Finca Vigía y también en un banco. Hay que recordar que ya estaba instalado el “bloqueo” (que por estos días empieza a querer ser un fantasma del pasado o solo parte de una historia) y que todas las propiedades norteamericanas eran expropiadas por el gobierno de la revolución. Como algunos lo expresaron, ya hace mucho tiempo, lo mejor que pudo hacer Mary (quizás por consejo) fue donar la propiedad Finca Vigía (incluido el famoso Pilar) para un futuro museo (de paso para conservar bienes de carácter histórico y la biblioteca de unos 8000 volúmenes) obteniendo permiso a cambio para llevarse material muy personal, material que fue y es valiosísimo como el que se expone ahora. También en su momento y como un trascendido, se expresó que todo ese material viajó de La Habana hasta un puerto en La Florida en la bodega de un barco pesquero. La lista completa de lo recuperado es larga y compleja porque también hay borradores de obras, manuscritos y objetos de valor afectivo y económico.
Quedaron en Finca Vigía materiales importantes como, no solo la biblioteca ya mencionada, sino también documentación y cartas que, mediante el tiempo por un lado y la cooperación bilateral por el otro, se dispone hoy como documentación digitalizada. En tierra norteamericana la gestión de conservación y cuidado fue permanente. La cuestión es que gracias a todos los que intervinieron se dispone hoy de la colección personal hemingwayana más completa.
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