Mientras transcurre el aniversario de nacimiento número 121 de Ernest Miller Hemingway rescato apuntes que tengo en borrador, correctamente traspapelados con mi actual redacción.
El tema de las efemérides es una cuestión interesante. Más en la era digital. Las fechas importantes, destacadas o que sirven para llenar un espacio en cualquier medio ‘saltan’ y avisan que ‘…se cumplen….tantos años, décadas, siglos… de tal cosa”. Lo hacen solas y con antelación. No está mal. La memoria de la máquina, memoria al fin, conserva, avisa de acontecimientos y permite hacer que no olvidemos y recordamos hechos y sujetos. En esta era siempre a mano Wikipedia u otros recursos solucionan y siempre en la máquina, ‘ayudan’ y entonces se publica un recordatorio de aquello que podemos haber olvidado. Así biocomentarios breves, medianos o largos ocupan un espacio y mencionan algo de Hemingway en este nuevo año de su existencia histórica. Por mi parte rescato afortunadamente los borradores que en realidad trasuntan noticias literarias, históricas o académicas que son las que más me atraen acerca, por supuesto, del siempre presente, de una u otra manera, “El Viejo”, para estudiar, saber más, investigar o conocer.
Otro texto inédito.
De los susodichos borradores tomo en primer lugar y como prioritario el hallazgo y publicación de otro texto breve, -relato, cuento, crónica-, titulado “Pursuit as happines”. Como todo título que se precie es sugerente y captador de interés. La traducción aproximada es: “La Búsqueda como felicidad”. El tema que ronda este título es que parece ser que ‘la búsqueda’ ya es ‘una felicidad’ en si misma o ‘la felicidad’ sobre todo si como es el contexto también agrega como valor o como virtud ‘la paciencia’ pues se trata de la pesca.
Pero no de cualquiera. Se trata de ‘buscar’ o ‘hallar’ el marlín más grande, más bello, más elegante jamás capturado por ningún mortal. Todo ello salvo que como siempre, el azar intervenga y lo muestre cerca, muy cerca del pretendido captor y este pueda o no capturarlo. Melville con su ‘Moby Dick’ estaría de acuerdo. La búsqueda como felicidad quizás aparezca más como una imagen literaria con una razonable cantidad de razones y sinrazones.
La realidad es que el texto fue hallado por Sean Hemingway (nieto del escritor) mientras trabajaba en lo que parece ser o en definitiva es, un majestuoso e inacabable arcón de sorpresas en la bella y bostoniana sección Hemingway de la Biblioteca Presidencial John Fitzgerald Kennedy. Sean se hallaba, según lo trascendido, trabajando con un material mientras preparaba una nueva edición de “El viejo y el mar”. En declaraciones posteriores, el mismo se sorprende con el hallazgo y aprecia que ese texto puede haber sido escrito entre 1935 y 1956(hay una gran ventana de 21 años). No tenía título. En el aparecen como personajes el mismo Hemingway, Joe Russell (para ubicarlo: el dueño de Sloppy Joe’s en Key West) y Gutiérrez otro amigo del escritor en el mar.
Quizás el texto pueda inscribirse en las actividades de Hemingway en Key West y Cuba. Pero no hay olvidar Bimini en Bermudas, un lugar frecuentado por los tres protagonistas. En su momento hubo un museo Hemingway en Bimini y un incendio lo arrasó en su totalidad.
El título fue puesto por Patrick Hemingway (segundo hijo del escritor) inspirándose el mismo en una línea de “Las verdes colinas de África. El texto fue publicado en la sección Ficción de “The New Yorker” de la semana 8 al 15 de junio de este año y apareció ‘firmado’ por Ernest Hemingway con fecha del 1 de junio también de este año. Lo acompaña una atractiva ilustración ad hoc realizada por Ben Gilles, de la misma revista. Corresponde apuntar que la revista es una prestigiosa publicación con sede, como su nombre lo indica en Nueva York, Estados Unidos. Podría agregar que no es porque sí que este nuevo texto hemingwayano sea publicado en ese medio. La revista ha tenido y tiene un prestigioso y nutrido grupo de redactores que incluye una ‘personalidad propia de la publicación’. Fundada en 1925 y por lo tanto próxima a cumplir su primer siglo de existencia “The New Yorker” tiene una gran circulación internacional ya que si bien refleja aspectos de donde proviene, es muy cosmopolita y tiene seguidores de los más diferentes ámbitos en todo el mundo. Por lo tanto y en este caso como en otros, la publicación difundió en simultáneo a la edición del texto una entrevista a Sean Hemingway. Acompaña a este acontecimiento editorial dos notas más dedicadas al escritor.
La pregunta pendiente es porque Hemingway no lo publicó en su momento. O quizás haya que pensar que como muchos otros escritos estos eran algo así como apuntes tomados como ideas y para usarlos en otro contexto. Por ello es que parecen encerrar algo más que un relato o una historia.
Quizás ‘El viejo y el mar’, y esto es solo una apreciación muy personal sea una síntesis de búsquedas trazadas o inscriptas en docenas de hechos pesqueros en alta mar ya sea en Key West, en Cuba o en Bimini entrecruzados con ‘la búsqueda’ de la vida que encarnan el desafío cotidiano de todos y cada uno de los habitantes de este planeta. El gran pez de Santiago, devorado por los tiburones, es el gran pez de cada uno de nosotros en nuestra propia existencia.
Nuevas Cartas.
Si hay un proyecto académico sobre Ernest Hemingway que tiene un nivel académico y una envergadura de trabajo sostenida es el referido a la sistematización de la numerosa correspondencia del escritor. Y en ese trabajo hay que incluir el hallazgo de correspondencia o escritos en distintos lugares del mundo. Cartas con las firma del escritor constituyen un preciado tesoro de coleccionistas tanto individuales como institucionales.
A la muerte del escritor quedaron en Finca Vigía, su casa de Cuba algo más de 6000 cartas que en tareas conjuntas que se dieron a conocer en este sitio, fueron digitalizadas para que estén disponibles a los investigadores e historiadores de la vida de Hemingway y su obra.
Como curiosidad llamo la atención que también en la casa cubana quedó una biblioteca con algo así como 8000 volúmenes. Es para compararlos, 6000 cartas y 8000 volúmenes constituyen una riqueza intelectual y cultural con pocos precedentes.
El estudio, el análisis crítico de lo que se denomina ‘correspondencia’ de cualquier persona, puede brindar información fundamental sobre su vida, sus pensamientos, sus acciones o sus obras. Hoy hay que admitir que hábitos cambiantes, rutinas socialmente interrumpidas y tecnologías diferentes han mutado el acto de escribir una carta desde una carilla o dos o tres a decir el objeto de la misma en dos o tres líneas. La ‘abultada’ (si cabe este término) y densa correspondencia de la cual tanto se ha hablado, ha desaparecido, quizás en los términos que se conocía. Por eso cuando es posible ‘rescatar’ esa documentación sobre todo de personas trascendentes en y para la historia de la humanidad, se transforma en objetivo importante no solo el disponer de una o varias ‘cartas’ con lo que significa en sí mismo, sino poder analizar que ‘dice’ y que ‘no dice’ en un determinado contexto sociohistórico para el cual puede ser muy relevante.
En el caso de Hemingway se sabía y siempre se sostuvo que no solo escribía muchas cartas sino que además respondía las que llegaban incluso de algún desconocido.
En las visitas a Finca Vigía se podía ver sobre su escritorio ‘paquetes’ de cartas. Desconozco si en la actualidad esta vista se conserva pero así era hace algunos años.
Esto ha significado o más bien significa, que ‘una parte’ si así se puede decir, de este escritor está allí, en esos papeles llamados genéricamente ‘cartas’. Los investigadores, los académicos que trabajan aspectos históricos y biográficos saben y conocen muy bien que es posible relacionar las cartas con momentos, pensamientos, sentimientos de la vida corriente, de la vida pública y privada y todo ello en relación a la producción de las obras de los artistas de quienes ha quedado este legado de ellos que ya no están entre nosotros, cuestión impensable por un lado y por el otro que jamás comprenderían que también forma parte de su ‘legado artístico e intelectual’.
Por eso, y regresando a Hemingway, lo que se posee, lo que se halla y lo que se investiga, ordena y publica es de una riqueza excepcional. Es por ello la importancia que le brinda entre otros temas “The Ernest Hemingway Foundation and Society” de Estados Unidos la organización académica más importante dedicada al escritor que nuclea publicaciones, becas, estudios y proyectos. Justamente uno de los proyectos y de gran magnitud es el dedicado a la investigación, recuperación, clasificación y publicación de las cartas del escritor que se denomina ‘The Hemingway Letters Project’. El proyecto que tiene fondos para investigación de distintas fuentes es coordinado por la Profesora Dra. Sandra Spanier de la Pennsylvania State University. Spanier, de extensa trayectoria académica con marcado énfasis en Hemingway es la Editora General de The Cambridge Edition of the Letters of Ernest Hemingway. La académica dirige un equipo de trabajo que incluye profesionales y entre ellos editores asociados o colaboradores de cada volumen publicado.
Se aguarda, para dar solo una idea de la densidad y volumen del trabajo que significa, una colección de 17 volúmenes cada uno de ellos enfocado en un periodo determinado. Desde el año 2011 que comenzó el trabajo, se han publicado cuatro volúmenes que abarcan el periodo 1907 a 1931. Hace pocos días apareció el quinto titulado ‘The Letters of Ernest Hemingway. 1932-1934’ editado por la mencionada coordinadora en este caso en conjunto con Mirian B. Mandel. Participaron además como editores asociados en este volumen Krista Quesenberry, Verna Kale, y Albert J. DeFazio III. La publicación estuvo nuevamente a cargo de Cambridge University Press.
La lectura de las cartas muestran un Hemingway ya escritor que siente que triunfa y se destaca. Por eso aparecen las coincidencias por un lado y desavenencias por otro que fueron características de toda su vida. El valor de estos volúmenes supera la curiosidad y el interés académico. Se pueden leer como una crónica de sucesivas y continuas alternancias. Para un público que conozca más o menos la agitada vida del escritor se les podrá llamar entretenidas sino fuese que atrás de las anécdotas hay dolor, la presencia de la guerra y la permanente sombra de la muerte que siempre acecharon al escritor más allá de sus desafíos. Por ahora las publicaciones solo se hallan en inglés.
Libros Prestados
El año pasado, más precisamente en diciembre recordamos a través de una nota en este sitio, los 100 años de la librería quizás más famosa del mundo: ‘Shakespeare and Co.’ fundada por Sylvia Beach y frecuentada por escritores e intelectuales de su época. Por supuesto que Ernest Hemingway fue uno de sus clientes selectos pero además él tenía un gran afecto por Beach ganado para ambos a través del conocimiento y de la particular situación de vida de cada uno de ellos.
Pero hay un detalle: Muchos años después, toda la documentación original de la librería cuando Sylvia era dueña, fue donada a la Universidad de Princeton en Estados Unidos (de paso, Princeton fue un ‘hogar’ para Albert Einstein en su Instituto de estudios avanzados) más concretamente a la biblioteca llamada Firestone Library. De allí nace el proyecto académico de trabajar la documentación variada y riquísima desde el punto de vista histórico, cultural e intelectual. El proyecto como tal se denomina ‘Shakespeare and Company Project’ bajo la dirección del Profesor Dr. Joshua Kotin. El conjunto de los objetivos es ambicioso y el trabajo arduo. Como no podía ser de otra manera hay una ‘ficha’, como se usaba hasta no hace mucho tiempo, destinada a Papa Hemingway quien aparece como usuario de la librería entre tantos otros famosos del arte y de la ciencia. Cuando se revisa la ficha de Hemingway hay más de 90 publicaciones solicitadas en préstamo, incluso una versión de uno de sus libros, ‘Adiós a las armas’ que se publicó en 1929 y que parece no lo devolvió. Personalmente, me impactó observar, por haber escrito sobre Vito Dumas (circunnavegante solitario argentino) a quien entrevisté en 1961, que Hemingway pidiera prestado un libro muy citado por Dumas y que en su momento no pude adquirir. Se trata de ‘Sailing alone around the world’ (Navegando solo alrededor del Mundo) de Joshua Slocum publicado como libro en Nueva York en 1900.
El proyecto tiene mucho para relatar y además orientar nuevas investigaciones sobre todos y cada uno de los ‘personajes’ que pasaron por este refugio que conserva, aún hoy, un cierto perfume a ‘letras perdidas’. Así lo siento. ¿Es una paradoja? Vaya a saber porque.
¿Errores en las versiones?
Pongo fin a esta nota curiosa por los diversos temas tratados pero con el último tan interesante como el primero. El profesor doctor Robert W. Trogdon de la Kent State University de Ohio, Estados Unidos es un investigador de Hemingway cuya línea de trabajo es comparar analizar y compulsar versiones de las obras del escritor para detectar posibles errores en diferentes versiones. No se trata de un problema de Hemingway sensu stricto. Más bien afecta a editores y tipógrafos pues además conlleva que se altera el significado del texto que escribió el escritor.
Así, el investigador ha detectado cambios de letras en palabras parecidas en las grafías que las componen que alteran no solo el sentido del texto sino también el significado integral del mismo. Esto lleva según Trogdon a la necesidad de una revisión integral de la obra de Hemingway cotejando originales con las versiones en circulación. Todo esto en el idioma original, es decir en inglés. ¿Cómo será entonces el problema, y ya esta es mi pregunta muy personal, que debe o puede o realmente existir en las diferentes traducciones de las diferentes versiones? Más allá de ‘Las nieves del Kilimanjaro’ y ‘París era una fiesta’ que parece, que ya tienen una revisión de cotejo, el resto, en su totalidad, carece de la misma. Es un nuevo trabajo a encarar como un proyecto integral de una ‘edición total revisada’ que indudablemente debe estar en desarrollo. Es un tema para seguir de cerca y por supuesto, publicar cuando haya novedades en el mismo.
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