114 Aniversario del nacimiento de Ernest Miller Hemingway

Escuché algo sobre este personaje por primera vez alrededor de 1958. Estamos, estoy en el 2013 y se habla a veces, demasiado de él. No se si le gustaría. Pero los hechos son así. Siempre hablaron de él. Pero hoy nos enteramos más. En lo que a mí respecta lo expreso en tiempo presente: Lo aprecio, lo admiro, y como ya lo dije muchas veces, es como un amigo lejano. Hay algo más: literariamente, en esto del oficio del escribir, siempre fue un consejero preciso y diría que hasta recatado. Cada 21 de julio, un día antes de mi cumpleaños, recuerdo el suyo con afecto y algo de resquemor por aquella entrevista que pudo haber sido. Para este 114 aniversario de Ernest Miller Hemingway, tenía escrito algunas líneas sobre este maestro pero preferí saludarlo en su día con un cuento mío dedicado a él que estaba archivado y que tiene una breve historia. La cuestión es así:-1-Hace ya bastante tiempo me enteré vía internet de un llamado a concurso en España de cuentos sobre Hemingway.-2-Las pautas: 1000 palabras o menos y mencionar por lo menos una vez las palabras vino y Hemingway.-3-Como un desafío a mí mismo puse papel en blanco inmediatamente y allí salieron 909 palabras (como tiene el original) en algo más de 17 minutos.-4-La corrección, vacaciones de por medio, demandó un mes y un buen tironeo de palabras con tres versiones y el consabido envío. -5-El cuento no figuró en ningún lugar del concurso y quedó solo como un ejercicio literario.-6-Los papeles respectivos quedaron, como siempre, arrumbados. Pero meses después cuando lo volví a leer me recordó la estructura de un cuento de un gran escritor argentino que prefiero no mencionar para no mostrarme agrandado. Soy solo un escribidor y debo reconocer los límites que puso el jurado. -7-Conservé el cuento para otra ocasión, como una antología por ejemplo. Pero ahora se me ocurrió que este era un buen momento para publicarlo.

He aquí el cuento en la versión que fue a España. Va como un homenaje en su día al Viejo, a Papá Hemingway.

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EL VIAJERO, EL MESON Y EL TIEMPO. ©
Por Oscar Sosa Gallardo

El viajero llegó a Ollauri y fue directo al mesón. Casi todas las mesas estaban ocupadas. Prefirió la barra, en ese momento solitaria. Quería degustar una botella de vino tinto y un  trozo de jamón. Esa iba a ser su cena. Luego, el descanso.

Tomó asiento en una de las butacas y sacó de su valija sus escritos para revisarlos y corregirlos. Se enfrascó en ello hasta que una voz amable le llamó la atención.

Era un mozo de aspecto jovial, barba entrecana y una sonrisa que condecía con su aparente carácter. Miró al visitante y sin que este articulara palabra le preguntó: Vino y jamón, ¿Verdad? Se sobrentiende que el vino debe ser un tinto de raza. Sorprendido, el viajero asintió con la cabeza y sin más el atento dependiente desapareció de su vista. El viajero volvió a sus papeles. Leía concentrado cuando frente a él apareció una copa, una botella de vino Don Federico y un grueso trozo de jamón. Varios panecillos completaban el servicio.

El viajero se sirvió un cuarto de copa. Tomó a esta e hizo  girar suavemente el vino.  Luego, tras inclinarla, una fina lágrima en el cristal le respondió a su maniobra. Entonces probó el vino llevándolo a su paladar. Con un gesto dio su aprobación. Había cuna en ese tinto. Cortó un trozo de jamón y lo comió con fruición. Con el gusto final del tinto en la garganta el fiambre sabía a néctar.  Se sintió satisfecho con la elección.

Mientras bebía miró a su alrededor y entonces lo vio.  Estaba en un rincón del salón. Parecía aislado de todo. Pero no podía pasar desapercibido. El viajero lo reconoció al instante como el autor de “Muerte en la tarde”. Si, se dijo, era el mismísimo Ernest Miller Hemingway, sentado allí, en ese lugar. Escribía en una libreta. Delante de él se hallaban un par de copas, una botella de vino y un plato con jamón como los del viajero. Parecía que escribía, bebía y comía, todo al mismo tiempo. Pero no era así. Cada tanto, dejaba su lapicera sobre la mesa, acariciaba una de las copas y la llevaba a sus labios entrecerrando los ojos.

El viajero buscó al mozo para preguntarle por este fenómeno pero no halló a nadie atrás de la barra. Su asombro aumentó cuando transpuso la puerta de entrada un anciano de aspecto severo. Caminaba con garbo y decisión. Vestía una vieja levita y un sombrero algo raído. En su mano izquierda portaba un estoque de toreo. Cubría la mitad superior del arma una cinta con los colores de la bandera española que, con elegancia, abrazaba la guarnición y parte de la empuñadura.

El anciano se dirigió sin vacilar a la mesa del escritor. Cuando este lo vio llegar se levantó para saludarlo y ambos se sentaron. En ese acto la mirada del escritor se cruzó con la del viajero. Este se conmovió. Era como si lo hubiera reconocido. Hemingway y el anciano comenzaron a conversar animadamente.

El viajero no podía creer lo que veía. Allí estaba Hemingway en acción. Se notaba que el escritor preguntaba al anciano y luego anotaba en su libreta mientras ambos departían, comían y bebían sin interrupción. Entonces el viajero llamó a su mozo. Quería saber de todo esto. Pero nadie le respondió. Esperó, mientras una y otra vez bebía su vino y corregía eliminando párrafos de sus escritos. Miraba cada tanto al escritor y al anciano. Bebió toda la botella y devoró el jamón. En determinado momento no halló ni la copa, ni la botella, ni el resto del servicio. No le dio importancia y siguió en lo suyo.

Estaba fatigado pero también curioso. Con la palma de la mano golpeó con fuerza la mesada de la barra y apareció un mozo joven  a quien no había visto antes.

Preguntó entonces por el otro servidor. La respuesta le sorprendió. No había nadie más que el atrás de la barra. Entonces quien me atendió, dijo algo nervioso el viajero. El joven solo atinó a decir que no sabía. El viajero, ofuscado, le preguntó como era que Hemingway estaba en esa mesa del rincón. A lo que el joven respondió: En esa mesa no hay nadie señor. Ha sido usada por el escritor cuando visitó una bodega de aquí. Luego de fallecido, nadie más se sentó allí. El viajero miró la mesa que ahora estaba vacía y siguió preguntando ¿Y el anciano con un estoque de toreo…?  Le entiendo dijo el joven. Usted se refiere a El Matador, como aquí se le conoce. Se dice que ha existido en realidad y que el representa el espíritu y la sangre de todos los toreros que…

Pero, interrumpió ya exasperado el viajero,  ¿Como su colega de barba entrecana me atendió y me trajo el vino y el jamón? Debo decirle señor, expresó su interlocutor, que nunca atrás de esta barra hubo un hombre con barba entrecana. Le repito: Siempre la atendí yo que soy el sumiller.

Bueno, entonces tráigame la cuenta por lo que he consumido.  El joven volvió a excusarse. Lo lamento señor, dijo, nada puedo facturarle a Usted  ya que todavía no hizo ningún pedido y…

El viajero hizo un gesto de impaciencia. La presencia de Hemingway, el vino y las correcciones lo habían animado y satisfecho. El resto, estos hechos que no encajaban, no importaban. Deseaba irse a dormir. En voz alta exclamó ¡Me voy! Y levantándose de la butaca se despidió enfáticamente con unas altaneras ¡Buenas noches!

El joven mozo con sencillez y sin inmutarse le respondió: Es casi mediodía… ¡Buenos días, señor!

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DIGITALIZACIÓN DE DOCUMENTOS DE HEMINGWAY: NUEVO AVANCE DE LA COOPERACION CUBANA-NORTEAMERICANA

“…El año 2009 en el que se cumplen ciento diez del nacimiento del escritor, comenzó auspicioso para todos los heminguayanos, ya sean escritores, periodistas, académicos o simples seguidores como yo. Fue toda una sorpresa y un hecho sin precedente la colaboración cubana-norteamericana poniendo a disposición del mundo la documentación digitalizada cuyos originales se hallan en Finca Vigía.

También lo fue, en su momento, la silenciosa y esforzada “puesta a punto” del Pilar. La cooperación académica entre ambas naciones mostró y creo que le hubiera gustado a Hemingway, la posibilidad del entendimiento y del diálogo. El legado de “Papá” transcendió una vez más lo literario y se volvió universal, más allá de lo político y lo social…”1

Esto lo decía allá por el 2009. Hoy cuatro años más tarde corresponde repetirlo como una nueva experiencia de colaboración bilateral académica-literaria. El esfuerzo de cooperación norteamericana y cubana supera todas las vallas y permite recuperar documentación y además ponerla a disposición de todos los interesados, investigadores y curiosos de la vida de Ernest Miller Hemingway.

Según he podido constatar todo comenzó allá por el 2002 cuando Jenny Phillips  conoció o descubrió Finca Vigía. La encontró en tal estado de deterioro que no vaciló en tomar el desafío de recuperarla. ¿Era consciente de que era un patrimonio de la humanidad, que tenía un valor incalculable para las letras para la cultura, para la historia de la literatura? ¡Claro que sí! ¿Quién era ella o mejor dicho quien es ella?  Phillips es nieta del editor y amigo de Hemingway, Maxwell Perkins. Este fue un amigo y consejero a quien  el escritor apreció mucho. Sobre ello no caben dudas. Un solo detalle para precisar este mutuo respeto y afecto: “Max”Perkins junto a “Charlie” Scribner, gran señor de las ediciones heminguayanas, son los destinatarios de la dedicatoria de ese pequeño y gigante libro  que se titula “El viejo y el mar”.

En 2004 y tras su reconocimiento de Finca Vigía, Phillips no vacila en crear una Fundación con ese mismo nombre destinada a desarrollar una serie de tareas para recuperar no solo la casa sino también su contenido. Suponía un titánico esfuerzo de gestión, si se tiene en cuenta la subsistencia de diferencias políticas entre Estados Unidos y Cuba desde hace medio siglo.

Sin embargo las dificultades se superaron y hoy es una realidad, la mas reciente para festejar, que los documentos en formato digital están a disposición del público en la Biblioteca John F. Kennedy en Boston. Cabe aclarar que esta biblioteca ya albergaba en su rico patrimonio una colección Hemingway que contiene cientos de miles de páginas escritas y una decena de miles de fotografías. Un lujo literario-intelectual que fue posible gracias a la insistente y perseverante acción de Jacqueline Kennedy, esposa del presidente, que gestionó la recolección y guarda de los documentos y fotografías del escritor a quien, además, conoció personalmente.

La Fundación Finca Vigía acaba de donar a la mencionada biblioteca dos mil imágenes que se suman a las tres mil que había donado en 2008 y a las que hace referencia el primer párrafo de esta crónica.

El anuncio oficial lo hizo en Estados Unidos James McGovern representante de Massachusetts y la Fundación Finca Vigía con sede en Boston agradeciendo al gobierno cubano la cooperación prestada para que el proyecto integral se realizara.

El material es abundante y diverso. Tan diverso que va de correcciones a borradores de “El viejo y el mar”, un final alternativo a “Por quien doblan las campanas”, una nota o carta confidencial a Ingrid Berman en la que le “expresa el deseo de que protagonizara la versión fílmica de esa novela (cuestión que luego se efectivizó) hasta las instrucciones a  Pichilo, su jardinero, para el trabajo con los rosales mientras el estuviera de viaje. La riqueza de este material no es solo su valor patrimonial sino que sirve para mostrar un Hemingway legítimo, humano y sensible lejos de las caricaturas que rodearon su existencia.

Todavía queda una gran cantidad de material, incluyendo su biblioteca. Como expresa la Directora de la casa-museo Finca Vigía, Ada Rosa Alfonso “…la casa tiene el espíritu de vida de Hemingway”,  “…y allí vivió veintiún años de su vida, la etapa más productiva”.

Mientras tanto, Alfonso se apresta  para que en pocos días más, del 20 al 23 de junio, se abran las sesiones para desarrollar el XIV Coloquio Internacional dedicado a Hemingway. Esta vez tiene un tema central para los heminguayanos: una red colaborativa con el titulo “Diario de vida de Ernest Hemingway”. Las expectativas son que para el inicio del Coloquio la página ya esté disponible. El programa es amplio y merece atención no solo de los seguidores del gran escritor sino también de los que participan del mundo de las letras.

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1 De “Recuerdos de Ernest Hemingway. Apuntes autobiográficos”. Julio de 2011. Publicado en este mismo blog.

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POESÍA y NOTICIAS

Uno de los pensamientos que por años prefiero y que se halla anotado en un papel bajo el vidrio de mi escritorio es de Williams Carlos Williams 1 y reza así: “En los poemas no hay noticias del día, pero todos los días un hombre muere miserablemente por carecer de aquello que solo se encuentra en los poemas”. A contrario sensu, las noticias del día en los periódicos pueden convertirse en el punto de partida para la creación literaria. El texto que sigue habla de ello y lo hace muy bien. En el mismo, hay una referencia a nuestro querido escritor Ernest Hemingway.

Biblioteca en Llamas por Juan Bonilla.

Como se sabe, Ernest Hemingway pescó el más impresionante microrrelato escrito nunca en la página de anuncios de un periódico: «Se vende par de zapatos de bebé. Sin usar». José Hierro utilizó una noticia del periódico para escribir uno de sus más intensos y desbordados poemas, y Félix Grande, en Blanco Spirituals, acaso su libro más potente, también hacía uso de noticias recortadas para utilizarlas como trampolín con el que elevar sus poemas.

Los periódicos son fuente de inspiración poética constante, y no es difícil que sigan siéndolo -aunque tengan los días contados y la información se haya encontrado con nuevas maneras de ser transmitida-. Uno de los libros más reconocidos de la poesía de estos últimos años lleva desde el título un claro guiño a esta relación entre periodismo y poesía (o información y poesía, como quieran): El día en que dejé de leer EL PAIS, de Jorge Riechman. Pero no es el único poeta actual que encuentra en los periódicos -incluso en el hecho de dejar de leer los periódicos- trampolines para, a través de noticias publicadas en ellos, hacer poesía. Se podría hacer una antología de poemas escritos a partir de noticias cazadas en el periódico y resultaría a la vez un gran libro de poemas y un buen noticiero.

En Guerra del Fin del Sueño, de Mario Cuenca Sandoval  hay unos cuantos poemas precedidos de recortes periodísticos. Por ejemplo el poema Viene el tiempo lleva como cita una información aparecida en EL MUNDO en la que se da cuenta de la paliza que unos jóvenes dan a un mendigo que dormía en un cajero de un banco mientras otro joven grababa la acción en su teléfono móvil. «Ya viene el tiempo de pagar muy caro/ el haber sido fáciles y la banalidad/ con que miramos siempre la violencia», comienza el poema, que no se limita a ser un comentario de la noticia, sino de utilizar ésta para ahondar uno de los más evidentes males de la época, una época en la que «el mundo habrá empezado a ajustarnos el precio/ el precio de mirar/ el precio de estar quietos/ el precio de vivir como si nada».

Queda claro que el texto del poema, sin la mención del hecho que le da pie, hubiera quedado oscurecido lo suficiente como para perder buena parte de su potencia, ya que las imágenes previas de la paliza de los jóvenes al mendigo ponen al lector sobre aviso: en realidad el poema no es sólo el poema, es también la cita del periódico que lo antecede. Es un poema, por decirlo así, ilustrado: la imagen previa es tan necesaria como el texto, sin que éste se conforme con ser un mero pie de foto. Igual sucede en los demás poemas donde se imprimen fragmentos de noticias cazadas en los periódicos, como el impresionante poema sobre la muerte de un futbolista del Manchester Unidad, la muerte en directo, el silencio espectral delante de las cámaras.

También Virginia Aguilar Bautista en su primer libro, Seguir un buzón, (Editorial Renacimiento) lee el periódico para escribir poemas, va encontrando en las páginas entintadas del diario motivos suficientes como para, haciendo una delicada operación llena de ironía, conseguir poemas como éste titulado BERLIN: «El País vende ciudades/ de lunes a miércoles/ Hoy he comprado Berlín/ -una compra rápida/sin cola y sin problemas-/ y no sé qué hacer ahora/ con toda una población/ a la que no comprendo».

Fotografía de Manuel Cuevas

A veces la noticia de la que parte el poema es en sí misma «poética», sección Tragedia, como la información acerca de alguien que, al prenderle fuego a las cartas de su ex, quema mil novecientas hectáreas. El resultado de un hecho real tan espantoso es, sin embargo, un hermoso poema de amor. Seguir un buzón tiene algo de diario íntimo, de cuaderno particular de apuntes al hilo de los días. La economía oriental –el libro está lleno de haikus y tankas-, la capacidad para fijar la fuerza del ingenio en un solo detalle, permite a la autora momentos de deslumbrante síntesis: La poda de un jazmín/ requiere unas tijeras,/ cualquier día de enero,/ un poco de valor/ y, es indispensable, / fe durante seis meses.

Más lejos aún llega en Estaciones Javier García Rodríguez, que, a la manera de Hemingway, no necesita añadir a algunas cosas encontradas en los periódicos, una sola coma, apenas el título: noticias o anuncios por palabras se copian íntegros, son ready-mades, objetos a los que el poeta ha sacado del lugar donde los encontró enterrados para elevarlos a poesía. He aquí el titulado Hace dos meses que nadie habla conmigo: «Todo comenzó con un tirón de pelo al entrar en el examen de Lengua. El profe iba a colocarnos por orden de lista porque en el último control dos niños habían copiado. Dejamos las mochilas y salimos fuera de la clase. El profesor nos llamó por orden alfabético. Cuando oí mi nombre estaba al final del pasillo y Mario, antes de entrar en el aula, me tiró del pelo y me dijo: Pasa, nena. Hace dos meses que nadie habla conmigo. He encontrado un escondite debajo de la escalera de incendios y desde allí veo jugar a los de mi clase. He conocido a un niño de tercero que da de comer a una araña que vive en un agujero en el suelo. Tampoco tiene amigos».

Lo he comprobado: el texto copia exactamente la declaración de un niño llamado David de 11 años,  acosado por compañeros de colegio, y publicada como suelto de acompañamiento a una información sobre bullying publicada en el diario EL MUNDO. El poeta vio claro que no había nada que añadir, se limitó a ejercer de poeta: prestarle al testimonio estremecido una página de su libro porque los poetas no pueden dejar de ser poetas cuando leen el periódico, porque leer el periódico es una actividad poética si uno tiene, como poeta, el lema vivificador: Permaneced siempre alerta.

Y en efecto su lección no deja de tener efecto en el lector que quiera llevarla más allá de su libro y a continuación vaya a un periódico: le bastará acudir allí a la página de necrológicas y leer de corrido, sin saltarse ningún nombre, ningún número (y ay cuando los números son muy bajos, y ay cuando conocemos algún nombre) la Lista de Fallecidos Ayer en Madrid –o donde sea-, para darse de bruces con un poema estremecedor, un poema que se publica todos los días y que todos los días es distinto, aunque sea el mismo.

Fuente: www.elmundo.es

1 Williams Carlos Williams (1883-1963, Nueva Jersey, Estados Unidos) médico formado en Estados Unidos y Alemania. Gran poeta y novelista que empleó en su labor literaria un lenguaje  directo, común y descriptivo de hechos concretos y cotidianos. Aunque Williams le lleva 16 años a Hemingway y este muere dos años antes que aquel, sin duda los conecta un pragmatismo en el empleo de la palabra que los acerca por el talento en el uso de este recurso idiomático. Galardonado en vida en varias oportunidades, el preciado Pulitzer le fue otorgado tras su muerte en 1963 a los 80 años.

EL PILAR Y UNA CRONICA SOBRE SU “MEDIA HERMANA”.

Con sus casi 12 metros de eslora, el Pilar fue un compañero indispensable de Hemingway. En si mismo, fue un reducto heminguayano al mas puro estilo y sentimiento del escritor. Hoy es impensable sin mencionar a Gregorio Fuentes, su capitán por toda la existencia náutica del barco. El Pilar acompañó a Hemingway en Key West, en Bimini y por fin en Cojimar en donde halló amarras casi definitivas. Con la muerte del escritor, trámites mediante y puestas a punto a través de restauraciones artísticas, expresión que bien cabe aquí al verlo ahora, hoy reposa al abrigo de tempestades y otras contingencias náuticas en el mismo terreno que ocupa la casa que habitara quien fuera su dueño. Sabia decisión. En todo el lugar hay una concentración de sentimientos y afectos que se perciben al visitarlo. Los sueños, el sueño, no acaba con la vida misma. Por eso el Pilar, Gregorio y El Viejo todavía se encuentran por allí y dialogan sobre el mar, los peces y las aventuras que les tocó vivir y superar juntos. A eso no lo podemos ver. No nos está dado. Tampoco lo sabemos. Solo lo sentimos. Si. Solo se siente. Como, cada tanto, la brisa trae desde el mar su aliento húmedo y con gusto a sal, que logra arrancar un suspiro al Pilar que, en dique seco, no deja de anhelar aquellas singladuras de ayer.
Pero parece que el Pilar no está solo hablando desde el punto de vista naval. Es posible que tenga una “media hermana”. La nota que sigue sorprende y alegra. Y por ello le pedí directamente al autor, Oscar Suárez, que me autorice a publicarla aquí.
Oscar Suárez, según nos dice su perfil, es periodista y productor de radio y televisión. Además es documentalista de temas científicos, históricos y de alto interés humano. Oscar dirige el sitio: universoincreible.com de donde proviene la nota y las fotos que brindo a continuación.

El Yate Pilar de Hemingway tiene una medio hermana en los Cayos de la Florida

hemingwayDe buenas a primera me hizo recordar La Finca la Vigía en San Francisco de Paula, donde se conserva el yate Pilar del famoso escritor norteamericano Ernest Hemingway.

Sin embargo estoy en Islamorada, uno de los cayos de la Florida, en compañía de mi esposa y unos amigos llegados de Cuba.

Alguien nos había comentado sobre una gran tienda para pescadores con una bella vista al mar, al fondo del establecimiento. Así fue como sin darnos cuenta, después de haber contemplado el paisaje, nos decidimos a refrescar el intenso calor dentro de la tienda.

En medio del salón nos encontramos con un yate que por su colocación frente a las puertas de entrada no podía reconocerlo. Sin embargo cuando comenzamos a visualizarlo totalmente fue cuando descubrimos que llevaba el nombre del yate Pilar, como el famoso de Cojímar y su propietario, Ernest Hemingway.

Lo acompañaban fotos del autor de “Por quien doblas las Campanas” y “Adiós a las Armas”. Además sentía que era igual que el que tantas veces había grabado en mi memoria cuando visitaba la residencia del escritor en la villa de San Francisco de Paula, en el municipio habanero de San Miguel del Padrón.

Al principio pensé que era una reproducción del bote original con el objetivo de llamar la atención de los clientes aficionados a la pesca, uno de los amores de Hemingway.

Había cometido un error de apreciación a la ligera.

La historia de este yate era todo una novela, pues había sido construido en Brooklyn en 1933, un año antes que el legendario Pilar de Cojímar, sede de las aventuras marineras del escritor norteamericano.

Historiadores aseguran que cierta leyenda dice que Hemingway pescó en este barco en aquél 1933.

Después  decidió que debía tener uno igual, para su estancia en Cuba, para satisfacer su anhelo de cazar al pez grande de las aguas de la Corriente del Golfo.

Se le bautizó Pilar en honor a la Pilarica española, y fue tanto el gusto por ese nombre, que así le llamaba, pero de forma secreta durante su noviazgo, a su esposa Pauline.

Hay ciertas diferencias entre sus medidas y ajustes en los dos Pilar,  pero ambos coinciden en que cumplieron importantes misiones durante la Segunda Guerra Mundial.

Mientras  El Pilar de Islamorada estuvo al servicio de la Marina en Cayo Hueso, Hemingway persiguió submarinos alemanes que merodeaban el Golfo en su Pilar de La Habana. Siempre iba acompañado por su estimado patrón cubano Gregorio Fuentes.

El Pilar medio hermana pasó de la mano de varios dueños, hasta que un día el propietario de Bass Pro Shops, le llamó la atención esta singular embarcación. Fue en 1993 que expresó su interés en su adquisición como pieza central para su emporio comercial.

Fue trasladado entonces hasta Springfield, donde se reformó totalmente antes de su regreso al cayo Islamorada.

Posteriormente, en octubre de 1997, fue rebautizado por Mina Hemingway, nieta del escritor.

Diariamente aficionados al mar y a la pesca se sorprenden al encontrar ante sus ojos al yate Pilar, cuando incursionan en este centro comercial.

De inmediato, hacen un alto para tomarse fotos, siempre imaginando que por este puente y por este camarote estuvo el genial escritor amante del mar, de la pesca y la emoción de las aventuras.

Yo también tomé muchas fotos, pero siempre pensando en mi Pilar de San Francisco de Paula, donde aprendí a conocer a un hombre que amó tanto la vida, que cuando sintió que no pudo disfrutarla mucho más, prefirió despedirse sin rendirse.

Hoy fue uno de esos días que el Viajero fue dichosamente feliz, al descubrir una historia en medio de un paseo de fin de semana.

Vacaciones del Viajero, julio, 2012

Fuente:
www.universoincreible.com
Oscar Suárez

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“Adiós a las armas” y sus 47 finales: Una edición excepcional.

¿Cómo calificar el hecho? ¿Es un lujo literario?, ¿Es un lujo editorial?, ¿Es un lujo intelectual y académico? Es todo ello y bastante más. Llega a las manos del público en general, una versión de “Adiós a las armas” de Ernest Hemingway, que contiene nada más ni nada menos que los 47 finales que ensayara el autor de la obra hasta quedarse con uno. Toda la información que contiene como anexa a la novela no ha sido vista por el público en general ya que a ella sólo tienen acceso los investigadores, los académicos o algún que otro interesado en la obra de Hemingway.

El esfuerzo por difundir la información que se halla en estos ricos archivos es superadora, tanto por parte de los Hemingway como por la tarea editorial de Scribner firma ligada editorialmente al escritor, pero afectivamente también. Cabe recordar que “El viejo y el mar” tiene una dedicatoria a Charlie Scribner y Max Perkins.

Cuando George Plimpton entrevistó al escritor en 1958 para la serie de reportajes de The Paris Review le preguntó: “¿Reescribe mucho?” Y este le respondió: “Depende. Reescribí el final de  “Adiós a las armas”, la última página, treinta nueve veces antes de quedar satisfecho.”   Sin embargo parece que no fue así y que el escritor olvidó el número preciso de “finales” pergeñados. Habían transcurridos 29 años de la publicación de la obra cuando se produce esta entrevista y es lógico que el autor no recordara con precisión el número de finales. No tiene mucha importancia si se piensa que solo con una docena  de ellos bastaba para alimentar la curiosidad y la investigación de como escribía y como trabajaba una idea o una expresión.

Según el New York Times, Bernard S. Oldsey, un estudioso de Hemingway  listó 41 finales y lo publicó en su libro “Hemingway’s Hidden Craft” (“La destreza oculta de Hemingway”)

Por su parte, Sean Hemingway, nieto del escritor que es curador de arte grecoromano en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York se impuso una línea de  trabajo  que dio nuevos aportes al tema. En efecto, investigando en la Colección Ernest Hemingway  de la Biblioteca y Museo Presidencial John F. Kennedy en Boston, halló que las variaciones eran 47, como así también encontró y recopiló apuntes del escritor. Un trabajo impecable si se tiene en cuenta el tiempo que demandó y la revisión de innumerables papeles con apuntes o notas

“Adiós  a las armas “fue escrita por Hemingway en  la década del veinte y refleja en buena medida su experiencia en Italia en la Primera Guerra Mundial y también su amor por la enfermera Agnes von Kurowski. De allí que es casi redundante hablar de los legítimos y no legítimos elementos autobiográficos que contiene. Las personas-personajes aparecen bajo los nombres del militar Frederick Henry y la enfermera Catherine Barkley. Henry es un militar norteamericano que conduce una ambulancia que transporta heridos en el frente italiano. En tanto Barkley es una bella enfermera inglesa. Ambos se hallan inmersos en las vicisitudes de la guerra. El amor nace entre ellos en un mundo donde la destrucción, el dolor y la muerte es la constante cotidiana de la vida de cada ser viviente que habita en esa zona. En ese dramático momento, su mundo, el mundo de la pareja de enamorados, contrasta  entre ese amor apasionado que los une y el odio manifiesto y sanguinario que los rodea en forma implacable. Según la editorial, está considerada como la mejor novela surgida de la Primera Guerra Mundial.

La obra fue publicada en 1929 con una tirada inicial de 31000 ejemplares y fue  el primer éxito de ventas de una obra de Hemingway. Muchos años después en 1948 se hizo una tirada limitada que estaba ilustrada y tenía un prefacio escrito por el autor. Como pasaría después con otras obras, el cine quiso tener su versión. La primera fue en 1932 con Gary Cooper y Helen Hayes, bajo la dirección de Frank Borzage. La segunda fue un cuarto de siglo más tarde, en 1957, con Rock Hudson y Jennifer Jones dirigidos por Charles Vidor.

Hoy a 113 años del nacimiento del escritor (21 de julio), a 51 de su muerte (2 de julio) y a 83 de la publicación de la obra (27 de septiembre), hace su aparición un trabajo académico-editorial casi sin paralelo en el mundo literario.

Tras las  conclusiones de Sean Hemingway y un acuerdo con la imprescindible Scribner (tratándose de Ernest se puede calificar así) filial de otra gran empresa como es Simon & Schuster, se lanza al mercado un redivivo “Adiós a las armas” con características excepcionales. Con el título de  “A Farewell to Arms: The Hemingway Library Edition” (“Adiós a las armas: La  Edición de la Biblioteca Hemingway”) la novela ya está a disposición del público con más de 300 páginas y con todas las características de un volumen de colección, de esos que no pueden faltar en ninguna biblioteca que se precie de tal. Así el libro lleva el por entonces atrevido diseño de la tapa original: Una pareja con sus cuerpos semidesnudos, aparentemente dormidos trasmitiendo el embeleso de un  momento de amor. El volumen contiene el texto original más anexos con los consabidos 47 finales incluido el  “Fitzgerald ending” como número 34 sugerido por Francis Scott Fitzgerald en ese momento muy ligado a Hemingway. Ambos matrimonios, los Hemingway y los Fitzgerald compartían muchos momentos e incluso viajes. Pero también incluye textos del autor que  el  cambió, o modificó o eliminó. Todo un trabajo escrupuloso de recopilación que incorpora los facsímiles de las páginas  de la introducción de la edición de 1948,  a la que se hizo referencia anteriormente. También se hallan títulos alternativos que el escritor fue anotando como posibles para la novela.

El nieto, Sean Hemingway, que hizo este laborioso trabajo brinda una Introducción a esta nueva edición y Patrick Hemingway de 84 años, el único hijo del escritor que sobrevive, escribió el Prefacio.

No hay noticias, por ahora, sobre las traducciones de la obra que, con seguridad, serán demandadas por lectores de diversas partes del planeta.

Sin ninguna duda, es un tesoro para la literatura académica  y no académica. Se puede hablar de un Hemingway redivivo con sus textos no tocados por nadie.

En mi humilde opinión supera todos los lanzamientos efectuados hasta ahora con obras del gran escritor que estaban en distintas etapas de desarrollo y que de una forma u otra debieron ser intervenidas. En este caso es diferente: Se trata de textos que no han sido abordados, salvo para su publicación. Son textos vírgenes, que conservan los sentimientos y la espiritualidad del autor en el momento de ser escritos. Son trozos de papel que conservan los fantasmas de la escritura, ocultos, a veces en una línea, a veces en una palabra.

Por eso Sean Hemingway insiste que “esta edición interesará a las personas aficionadas a la literatura y a aquellos que tratan de escribir sus propias obras”. Pero también  permitirá a los investigadores trabajar la parte más exquisita de la escritura como es visualizar al autor a través de textos variados  orientados hacia un solo objetivo: Hallar el más adecuado. Pero ¿Fue así?

Tratándose de un autor puntilloso como Hemingway quizás eligió el que menos le disgustó. Recordemos que su fama se cimentó en la insaciable búsqueda de la palabra justa y en el cuasi ritual de recortar textos hasta quedarse con el 10 por ciento de lo que escribía. No es solo un concepto de la economía o la avaricia de las palabras.  Es algo diferente. Es algo exquisito: Es decir lo justo con las palabras justas. Tomemos un modelo;  No es una cuestión de número. ¿Se trata de diez palabras? Si, de diez. Ni de once ni de doce. De diez y buscadas, seleccionadas, elegidas, aplicadas y también miradas y escuchadas como un cuadro o una partitura musical. Cuestiones estas que entre si se parecen mucho. Esas diez palabras han quedado allí. Están en el lugar que ocupaban varias decenas. Estas ya no existen. Aquellas las suplantaron y ocuparon el sitio buscando lo que el escritor quería decir. Ahora bien, ¡Cuanta tozudez y cuanto talento! ¡Qué lección para los aprendices y para algunos que no lo son tanto!

¡Bienvenida esta edición excepcional de “Adiós a las armas”, en el 113 aniversario del nacimiento de “Papá”, “El Viejo”, Ernest Miller Hemingway!

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LAS CAMPANAS DOBLAN POR TI, MARIA

En 1996, tres años antes que se  festejase el centenario del nacimiento de Ernest Hemingway, el mundo heminguayano, los devotos, los lectores, los investigadores y los especialistas recibieron una noticia impactante: El arquitecto Agapito Borrás en un artículo escrito para el diario La Vanguardia aseguraba y daba los fundamentos para ello, de haber hallado a la María de carne y hueso que habitara la ficción literaria con idéntico nombre en la novela “Por quien doblan las campanas”. Más allá que al texto de Borrás se le llamase  “artículo-teoría”  y este dato apareciese cincuenta y cinco años después de los tristes sucesos de la Guerra Civil, la noticia conmovió de distinta manera a unos y a otros.

El relato histórico dice que una atractiva y dinámica joven llamada María Sanz, que por esa época estaba entre los 16 y 19 años de edad, trabajaba en un hospital de Mataró, en la localidad de Barcelona. Allí María era una enfermera con gran vocación de ayuda, asistiendo a los brigadistas heridos en los cruentos enfrentamientos militares. Para este contexto aparecen dos datos significativos: El primero es que un Ernest Hemingway, ya con un aura de prestigio, se encuentra con ella y sigue de cerca sus actividades de cuidado y asistencia. Es posible que allí comenzara a nacer en la mente siempre despierta del escritor, el molde vital para la heroína de la ficción. El segundo es que según el escritor español Manuel Puig, María Sanz se había enamorado de un brigadista sueco ¡Conductor de una ambulancia! ¡Otra vez la sombra de “Adiós a las Armas” y el recuerdo de Ernest y Agnes!

La retirada de las brigadas, integradas por ciudadanos de más de cincuenta países y la segunda gran guerra, los separó sin posibilidades de un reencuentro. Cuando Borrás escribe su artículo María Sanz tenía 76 años y seguía residiendo en Mataró aún cuando había nacido en Alberca en donde vivió hasta los seis. Luego con su familia se instalaron en Mataró el lugar en que la halló años después la guerra civil.

A todo esto, ¿Qué hace Hemingway? Un año después de concluidas las hostilidades fratricidas en España, en octubre de 1940 Hemingway publica la novela en la que venía trabajando y que sin ninguna duda lo catapultaría definitivamente como escritor y a la vez tendría ventas increíbles para la época: “Por quien doblan las campanas”. La novela tiene como ámbito la Guerra Civil Española. La historia, desarrollada con maestría por Hemingway tiene el condimento típico del autor como es la acción y en este caso la acción bélica. Pero, paralelo a ello, se halla una historia de amor como símbolo de lo eterno y de lo sagrado. El autor y no hay que explicarlo mucho, logra todo lo que se propone: Muestra la maldición de la guerra, la necesidad de la paz, la fraternidad humana, el amor por el prójimo, el amor pasional por el otro, y aún en la muerte, la fuerza de ese amor como el poder más potente que moviliza a la humanidad. Roberto y María se vuelven símbolos pródigos en interpretaciones y comentarios.

Acá el entorno cinematográfico no es poca cosa. La obra captó el interés de Holliwood y el director Sam Woods fue el encargado de llevarla a la pantalla. Como detalle conviene apuntar que el director iba a ser Cecil B. De Mille pero Hemingway no lo aceptó. Otro dato anexo: Mientras Hemingway cubría como periodista en 1937 la guerra civil, en Estados Unidos se publicó su novela “Tener y no tener” que, en 1944, fue también llevada al cine esta vez por Howard Hawks.

Volviendo al presente: Hace pocos días se estrenó en Cannes, fuera de competencia, la película “Hemingway & Gellhorn” a la que no referimos en comentarios anteriores. No es porque sí esta mención. “Por quien doblan las campanas” está dedicada a Marta Gellhorn, su esposa en ese momento. Es tan solo otro detalle.

Pero también hace pocos días, casi coincidente en las fechas, el corazón de María Sanz, aquella joven que inspirara al escritor, dejó de latir para siempre allá en Mataró, en donde todavía residía a sus jóvenes 92 años.

Desde muy lejos, pero sintiéndome muy cerca, quisiese parodiar a John Donne y recordar a esta mujer cuyo espíritu fue el arquetipo para que el gran escritor la eligiese, para la eternidad, como la heroína de “Por quien doblan la campanas”. Hoy, de ella, solo quiero decir: Las campanas doblan por ti, María.

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PD: Dos tapas para el recuerdo. “Por quien doblan las campanas”, sobria presentación de su edición en español de 1944.  Luego la edición de 1964, con Roberto y María en la tapa. Detalles de ambas se hallan en este mismo sitio en el link “Recuerdos de Ernest Hemingway”. Véase “Reencuentro con viejas ediciones…”páginas 40 a 43.


UNA MIRADA CRITICA SOBRE LA PELICULA “HEMINGWAY & GELLHORN”

Pocos comentarios sobre la película presentada en Cannes y estrenada hace poco en Estados Unidos sobre la coexistencia de Ernest Hemingway y Marta Gellhorn, tercera esposa del escritor. La sensación es que pasó desapercibida.

Seleccioné un solo comentario por lo acertado y sutil en el blog del señor Tersites Domilo.

Su autor, TERSITES DOMILO que reside en Nueva York, generosamente, me permitió publicarlo aquí por completo. Le agradezco primero, porque coincido con su idea en general y segundo porque lo comparto con lectores interesados.

Ernest Hemingway y Nicole Kidman: desnudos en el Spoon River

Anoche vi el estreno de «Hemingway & Gellhorn«, la película de HBO sobre los amores de Papa y Marty durante la Guerra Civil española y durante la guerra incivil que después lucharon uno contra el otro. Hemingway debió ser un tipo absolutamente insufrible: de eso no tienen duda ni siquiera los que releen con devoción (como este servidor) lo mejor de su obra e incluso algunos de los textos donde su famoso detector de mierda se le había descompuesto. Pero que fuera insoportable no estorba para leerlo. Ahora bien, si Papa era un tipo tan encartonado como nos sugieren las películas recientes (esta de anoche y la de Woody Allen hace unos meses), uno no logra explicarse qué podría haber inspirado a Ava Gardner a bañarse desnuda en su piscina de San Francisco de Paula.

Y hablando de bellezas desnudas, ni siquiera la repetida presencia de los senos  de Nicole Kidman, ni sus ojos de pantera en celo, logran salvar esta película que a ratos parece filmada en Instagram como mendigando la caridad de nuestra nostalgia. Martha Gellhorn, cuya figura intenta rescatar la película, aparece más veces desnuda en la cama con Hemingway que vestida ante la máquina de escribir. ¿De qué valen entonces esas tomas de una Martha envejecida aclarándole al espectador que ella es ella y no la mujercita de Papa? Suena tan falso como ese Hemingway que explica su supuesta invención del daiquirí en un Tropicana de cartón tabla o el Hemingway que parafrasea The Old  Man and the Sea avant la lettre para describir a su mujer lo que piensa de la victoria de Franco. Los realizadores se enfrentaron a un dilema que les resultó insalvable: hacer de Martha Gellhorn el centro de la historia o rociarla de arriba abajo con el daiquirí de Hemingway para que el bar tuviera más clientela. Y esa guerra la pierde la película, como perdieron Martha y Ernest la guerra de su matrimonio.

Pues bien, a lo que íbamos…. Para resarcirme de esas dos horas, terminé la traducción de un poema que trata sobre otro matrimonio bélico: el de Ollie y Fletcher McGee, según lo cuenta Edgar Lee Master en su Spoon River Anthology. Pensé que este poema podría explicar mejor el recuerdo que Martha Gelhorn tenía de Hemingway que esa película inyectada de botox como el rostro antes perfecto de Nicole Kidman. Aquí tienen la traducción.

Ollie McGee

¿Han visto caminando por las calles del pueblo
a un hombre siempre cabizbajo y de rostro malicento?
Ese es mi marido que, con secreta crueldad
Jamás manifiesta, me robó mi juventud y mi belleza;
Hasta que finalmente, arrugada y con los dientes amarillos
Y con el orgullo roto y abyecta sumisión,
Me hundí en la fosa.
Pero, ¿qué creen ustedes que roe el corazón de mi marido?
El rostro que alguna vez yo fui, ¡el rostro en que me convirtió!
Eso lo está arrastrando a este sitio donde yago.
Mi muerte, entonces, ha sido mi venganza.

HAVE you seen walking through the village
A man with downcast eyes and haggard face?
That is my husband who, by secret cruelty
Never to be told, robbed me of my youth and my beauty;
Till at last, wrinkled and with yellow teeth,
And with broken pride and shameful humility,
I sank into the grave.
But what think you gnaws at my husband’s heart?

Edgar Lee Masters

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Referencia 1: Tersites Domilo
1 Información recopilada gracias a las Alertas de Google

Hemingway y Gellhorn de visita en Cannes

Siempre tradicional Cannes, la 65ª fiesta que convoca al cine internacional está en pleno desarrollo y por supuesto con las controversias del caso. Pero esta vez para los heminguayanos tiene reservada la sorpresa para algunos y expectativas para otros muy especial que un film que ya se venía comentando en su proceso de filmación y desarrollo verá su estreno en este sitio de glamour y talento: “Hemingway & Gellhorn”. Se trata de un telefilme de HBO que narra los momentos, con no pocas peripecias, del tercer matrimonio de “Papá”  es decir con la bella y capaz  Marta Gellhorn. La película dirigida por Philip Kaufman, lleva dos protagonistas de primera línea hollywoodense: Clive Owen en el papel del escritor y Nicole Kidman como Marta. Parece que no falta nada en este film que se estrena fuera de competencia en Cannes el viernes 25 de mayo y el 27 hace su debut en San Francisco, Estados Unidos. Como detalle está la actuación del actor chileno, en franco ascenso,  Santiago Cabrera en el papel del fotógrafo Robert Capa. Habrá que ver la película y leer los comentarios de los especialistas. Mientras tanto, solo aguardar unas horas para el estreno.

Más información en los siguientes enlaces1:

«Hemingway & Gellhorn» de Cannes, a Canal+ – mundoplus.tv
Cubrieron todos los grandes conflictos de su tiempo, pero no pudieron sobrevivir a su propia guerra. Hemingway & Gellhorn relata en tono biográfico uno de los
www.mundoplus.tv/noticias/?seccion=cine&id=6272

Tributo a Philip Kaufman & la lección de cine
En esta ocasión el festival presentará su última realización, Hemingway & Gellhorn, producida por HBO, con Nicole Kidman y Clive Owen como actores principales, relata la historia apasionada y borrascosa del escritor americano y su tercera esposa…
eldia.com.do/columnas/2012/5/13/82363/Tributo-a-Philip-Kaufman–la-leccion-de-cine

1Información recopilada gracias a las Alertas de Google